¿Con qué rol te identificas?

Para alguien especial

Para alguien especial
Porque la belleza perece en la vida... pero perdura en el arte

Búscame en:

Amigos:

martes, 22 de mayo de 2007

PostHeaderIcon Escapando por los tejados


Por fin había llegado el día. Había esperado tanto por esta fiesta, que casi se me hacía imposible que fuera esta misma noche. Después de muchos intentos de cuadrar varias agendas, de conseguir las canguros necesarias para todos los retoños de mis amigas y de convencer a mas de un marido celoso, por fin era sábado, y esa noche, saldríamos todas juntas . Sí después de tanto tiempo, en el que cada una, había hecho su vida y donde las obligaciones diarias nos mantenían separadas, por fin saldríamos todas juntas de nuevo.

No había ningún plan en especial, tan solo cenar, salir a bailar y a tomar unas copas, pero estaba nerviosa. Esta clase de reuniones aunque deseadas, siempre me dejaban la sensación de despropósito en mi vida. Todas ellas estaban casadas, todas con hijos, algunas ya hasta por el tercero. Todas tenían una vida familiar color de rosa que giraban entorno a grandes tradiciones y valores morales.


No era de extrañar, que me consideraran la oveja negra del grupo, aquella que solo aceptaba la compañía de su gato en casa y cuyo único aliciente en la vida era el trabajo.
Me habían presentado a lo largo de los años, infinidad de chicos, de todos los tamaños, razas, y edades, con la esperanza quizás, de que algún día, diese con alguien que me enseñase el “buen camino” y que tuviese la suficiente paciencia como para aceptarme tal cual era yo,.. tan independiente, rebelde y solitaria…

Tan absorta iba en mis pensamientos que me cogió por sorpresa la voz del taxista anunciándome que habíamos llegado al restaurante. Baje del coche, le pague al taxista directamente por la ventanilla y me dirigí a la puerta del restaurante.
Este era un local exquisitamente decorado, de ambiente cálido y tonos acogedores, uno de los mejores de la ciudad. Nada mas entrar, choqué de frente con mi propia imagen, devuelta por un gran espejo que envolvía toda la recepción..

- Buenas noches, mademoiselle ¿Tiene usted reserva para cenar?.- me preguntó amablemente el meitre

- Sí, tengo reserva a nombre de Arianne Klain a las 23h, para 10 personas.- respondí mientras estudiaba mi reflejo por detrás del meitre.

El pelo rubio y largo hasta la cintura resaltaba sobre el vestido negro ceñido al cuerpo hasta la rodilla, de generoso escote y con abertura en un lateral de la falda hasta el muslo, medias de red y zapato negro de tacón de aguja. Unos pendientes y un cinturón rojo ponían la nota de color al conjunto . En el cuello, como siempre, lucía orgullosa mi gargantilla, símbolo de mi condición recién descubierta y de mi gran martirio.

- El resto de acompañantes aún no ha llegado, desea esperar en la mesa o prefiere que la acompañe hasta el bar?.- nuevamente el metre se dirigía a mí con una amplia sonrisa.

- Esperaré directamente en la mesa, estoy segura de que no tardarán mucho.- confié

Sin más preámbulos, el metre se hizo paso a través de las mesas del salón, y me condujo hasta una situada al fondo. Mientras caminaba detrás del metre podía sentir las miradas del resto de los comensales clavándose en mi cuerpo, adhiriéndose a mis pechos y a mi trasero, acariciando cada curva, intentando discernir mas carne a través del escote de mi vestido.

Me senté en el sitio elegido de la mesa, encendí un cigarro y jugué nerviosamente con el móvil, sin saber muy bien que hacer con él. Cualquier cosa, con tal de parecer ocupada y no tener que enfrentar el resto de miradas del salón. Efectivamente, mis amigas no se hicieron mucho de esperar, y fueron llegando una tras otra como por cuentagotas.

La cena paso muy rápida entre risas, fotos, y recuerdos. Nos pusimos al día de la vida de cada una, y yo no tuve que dar muchas explicaciones sobre la mía, lo cual fue todo un alivio. Nuevas experiencias que habían acontecido en mi vida, me habían transformado por completo, dándole por fin ese sentido que siempre había anhelado y nunca había podido encontrar. Algo que ni siquiera yo habría imaginado, y algo con lo que ellas se rasgarían las vestiduras, si llegaran a saberlo.

Después de la cena, nos dirigimos al primer pub. Un sitio de ultima moda, con música de los ochenta, decoración ambientada y un poco oscuro para mi gusto. Sin embargo era bastante espacioso, y a la vez había suficiente gente, aunque debido a la oscuridad no se podía distinguir la cara de todo el mundo.

Mientras ellas pedían su respectiva copa en barra, me dirigí al baño, con el fin de retocar un poco el color de labios. Durante el camino hasta el baño, fui haciendo oídos sordos a los piropos, insinuaciones e intentos de presentación por parte del género masculino y casi sin darme cuenta, comencé a acelerar el paso, deseando llegar cuanto antes a mi destino.

Una mano me asió del brazo y antes de que pudiera soltarme o mirar a ver de quien se trataba, su voz me envolvió, abrazando todo mi ser.

Arianne……escuché en el aire. Me quedé petrificada al momento. No podía mover ni un músculo, ni en una dirección ni en otra. Nadie me llamaba así, excepto Tu. Era imposible, me dije, en un vano intento de recobrar la compostura. Me forcé a dar un paso hacia delante, confiando en el que el otro pie siguiera el ejemplo del primero, pero la voz insistió…

- Eres una gatita muy traviesa, no te cansas de andar siempre escapando por los tejados?

Ya no había dudas, eras Tu, ¿Cómo podía ser?. No sabía nada de Ti desde hacía varios meses, y yo ya creía que me habías dado por imposible. Pero no había lugar a error, mi corazón exaltado, mis piernas temblando, la excitación que había empezado a correr por mis venas, el nudo en el estomago… todo mi cuerpo me gritaba que eras Tu, mi Amo….mi descubridor. Tú que pusiste la caja de Pandora en mis manos, reconociendo mis instintos y deseos a través de los tuyos y que me retaste a abrirla. Tu que pulsaste el botón mas escondido de mi ser, transformándome, y dejándome a las puertas de este mundo, con el que sin saberlo, siempre había soñado…

Amo…. Suspiré, mi mirada se desvió un poco del suelo al intentar averiguar, quien te acompañaba. Un grupo de chicos, amigos tuyos supuse, me miraban entre atónitos y divertidos, asombrados de mi reacción al oír tu voz. Seguro que se estarían preguntando que me habrías dicho para que yo me parase en seco.

- Yo… yo… ¿Cómo me has encontrado?, conseguí pronunciar.

Mientras esperaba Tu respuesta, observaba como Tu mano aun rodeaba mi muñeca, aprisionándola como si de un grillete se tratase. Sabías hacerme sentir mi condición de sumisa de las formas mas sencillas y en los lugares mas inesperados. No te miraba a los ojos, pero podía sentir los tuyos clavados en mi, atravesándome, escudriñándome. No sabía, si el encontrarte de nuevo conmigo, te había supuesto una alegría o una necesidad de venganza. Sí, había sido una gatita muy mala, y en plena instrucción dejé que el miedo y la razón se apoderasen de mi, ocultando y acallando mis mas íntimos deseos,…ser Tuya. Te había dado la espalda de la forma más cobarde, pues simplemente una mañana, desaparecí… y no era la primera vez….

- “Tienes exactamente diez minutos para despedirte de las personas que te acompañan y volver a tu sitio, aquí junto a mi”..- me dijiste después de unos instantes. Tu voz sonaba calmada, pero autoritaria, sin dar opción a una negativa. “Yo que tu, no llegaría tarde. No querrás acumular más faltas….verdad, gatita?”.- concluiste. En un mismo acto, mi muñeca quedó liberada y tu atención paso a estar centrada de nuevo en tus amigos, que habían seguido con sumo interés toda la escena y ahora, me sonreían maliciosamente.

Me llevo unos instantes asimilar todas tus palabras, la adrenalina comenzaba a golpearme en las sienes y no me dejaba pensar con claridad. Despacio me giré y encaminé a donde estaban mis amigas, mientras mi cerebro trabajaba frenéticamente, intentando hilvanar una excusa creíble, que me permitiera volver a tu lado lo más rápido posible.

No fue fácil, supongo que eso, Tu ya lo sabías. Mis amigas insistían una y otra vez, en una última copa, una canción más o lo que fuese con tal de que me quedase un poco más con ellas. Y la verdad, no las culpo, la noche acababa de empezar…. Pero mi sitio era a Tu lado y lo sabía, así que prácticamente las dejé con la palabra en la boca, y volví a la zona donde te había encontrado corriendo. Casi no llego a tiempo.

Tu, continuabas hablando con tus amigos de espaldas a mi. Alguien te indicó que había llegado con un movimiento de cabeza, te giraste, me miraste, miraste tu reloj comprobando que había cumplido tus órdenes y te volviste a dar la vuelta continuando con la conversación como si yo no estuviera allí o no me conocieses de nada.

Era una situación bastante incomoda, allí sola, plantada detrás de tu espalda sin hablar con nadie, sin que nadie se dirigiera a mi y al mismo tiempo podía sentir como en realidad, todo el mundo estaba pendiente de nosotros dos. Comenzaron nuevamente las dudas, entre el me quedo y el me voy. Realmente, deseaba que Tu indiferencia terminase en ese mismo momento, que me hicieses algún comentario, incluso que nos fuésemos a un lugar más íntimo, aunque eso significase tener que enfrentarme con mi merecido castigo por tanto tiempo de ausencia…. Pero no dependía de mis deseos, sino de los Tuyos.

Empezaba a sentirme parte de la decoración del local, cuando por fin te escuché despedirte de tus amigos. Saliste del pub, nuevamente sin mirarme y sin hablarme mientras yo te seguía en silencio. Hubiera preferido enfrentarme a Ti, completamente iracundo, y enfadado. Al menos, así habría tenido un atisbo de las emociones que habitaban en tu interior en esos momentos. Pero me conocías, me conocías tan bien, que sabías que Tu silencio, era un mayor y doloroso castigo.

Calle arriba, calle abajo… solo se escuchaban nuestros pasos haciendo eco contra las baldosas del pavimento. Finalmente llegamos a la que supongo era tu casa. Entraste, posaste las llaves como al descuido en una bandeja de la cómoda del hall y te dirigiste directamente al salón.

Cerré la puerta tras de mi y adopte la postura oportuna de una sumisa arrodillándome en el suelo. Espere en silencio intentando camuflarme entre las sombras, como si así pudieras olvidarte de que estaba allí.

- Acércate, Arianne, te quiero aquí a mis pies. Tenemos mucho de que hablar, y tu tienes muchas cosas que enmendar, verdad gatita?

Lenta y cautelosamente, caminando a gatas fui acercándome a Ti. Era consciente mientras gateaba, como esa posición, acentuaba el conteneo de mis caderas y hacía aún mas generoso mi escote, dejando gran parte de mi pecho al descubierto. Pero tu, no parecías darte cuenta. Siempre tenías un perfecto control sobre ti mismo y tus emociones. Era casi imposible saber que estabas pensando y cual sería tu siguiente paso.

Cuando llegué a tu altura, me incliné y en un acto de osadía, deposité un beso en cada uno de tus pies. Fueron besos tímidos, pero cargados de sentimientos, de perdón, de alegría, de admiración, de ternura….. No hizo falta más, entendiste a la perfección mi gesto. Tus músculos se relajaron y una de tus manos paso a enredarse como al despistadamente en mis cabellos, acariciándolos, revolviéndolos, convirtiéndolos en una prolongación de tu mano. Suavemente pero sin ceder terreno, tiraste de ellos, hasta echar mi cabeza completamente hacia atrás , arqueando mi espalda. Mis ojos encontraron los tuyos, y durante unos instantes tuve la sensación de caer al vacío. Me mirabas fijamente, reconociéndome, sin decir nada, observando cada uno de los rasgos de mi cara. Podía sentir el calor de tu mano en mi cabeza, la persistente fuerza que me mantenía en la posición que Tu habías elegido, la cercanía de Tu cuerpo, y Tu respiración pausada golpeando contra mi mejilla.

- Gatita, Estás aquí para quedarte?.- preguntaste sin desviar tu mirada de la mía.

- Sí Amo… para quedarme.- respondí lo más contundente que pude, pues la posición, me impedía hablar correctamente.

El beso que siguió a continuación me cogió totalmente desprevenida. Hubiera esperado cualquier otra cosa, menos un beso. Fue arrollador, caliente, húmedo, algo entre tierno y salvaje… fue un beso que se quedó grabado a fuego en mi alma, y que provocó que mis ojos se llenaran de las lágrimas contenidos hasta esos momentos. Pero al igual que comenzó, termino, sin previo aviso. La presión de tu mano desapareció y automáticamente recobre la postura original, aliviada de que no hubieses notado cuanto me había afectado el roce de tus labios.

- Voy a ponerme más cómodo, cuando vuelva, te quiero en la misma posición pero completamente desnuda, has entendido?

- Si Amo, entendido.- respondí con la respiración agitada aún.

Estaba claro el momento decisivo había llegado. Tendría que enmendar mis errores y no eran precisamente de los pequeños. Comencé a temblar….

0 comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu opinión